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La cueva ha sido históricamente ocupada o ficcionada como portal que nos introduce en lo fantástico, lo mistérico y lo carnal, en otro estado de conciencia. Hasta la arquitectura de cartón piedra de una discoteca valenciana, Chocolate, construía este imaginario.
Durante la gran sequía francesa de 1532, el agobiante calor provocó que la gente, literalmente, anduviera con la boca abierta. Estas bocas franqueables inspiraron a François Rabelais mientras escribía sus novelas sobre los gigantes Gargantúa y Pantagruel. La concepción grotesca (del italiano grotto, gruta) del cuerpo que enunció Rabelais, según el filósofo del lenguaje Mijaíl Bajtín, era la de un cuerpo en continuo proceso de formación, engulléndose y siendo engullido. Cuerpo material, cósmico, estaba conectado con los otros, humanos, no humanos. La tierra era cuerpo también y en sus abismos y agujeros, se creía que existía otro mundo, como el de la boca de Pantagruel.
La cueva ha sido históricamente ocupada o ficcionada como portal que nos introduce en lo fantástico, lo mistérico y lo carnal, en otro estado de conciencia. Hasta la arquitectura de cartón piedra de una discoteca valenciana, Chocolate, construía este imaginario. Un elemento encontrado en ella el pasado verano, se reproduce ahora en La Casa Encendida. Para activarlo, Paula García-Masedo ha invitado a Julia Ramírez Blanco a establecer un diálogo que traiga consigo una constelación de grottos y agujeros de otros tiempos.
Paula García-Masedo desarrolla una práctica artística y curatorial que se interesa por las arquitecturas ordinarias, la cultura material y el folclore posindustrial. Como artista ha presentado Gotelé (2017) en Twin Gallery (Madrid), que propone unas razones para la materialidad constructiva de los interiores en el Estado español, y Parkineo (2017) en Matadero Madrid. Como curadora, ha llevado a cabo internacionalmente propuestas como Las voces del GPS (2018) en CentroCentro Cibeles (Madrid), que propicia el encuentro entre arquitectura y coreografía en el espacio expositivo; Interludios Remotos (2017), que explora WhatsApp como espacio de comunicación y exhibición, para LIGA (Ciudad de México); The Way Things Go (2015-2016), sobre las didácticas del DIY en Galería Monoambiente (Buenos Aires); y Who lives there? (2016), proyecto asociado en la Trienal de Arquitectura de Oslo. Ha dirigido el ciclo de exposiciones Paréntesis (2014–2015) del Colegio de Arquitectos de Madrid. Escribe para diversos medios sobre cultura material, entendiéndola desde sus condiciones de producción y sus narrativas históricas y sociales.
Julia Ramírez Blanco es historiadora y crítica de arte. Trabaja de profesora en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona. Su investigación se ocupa de los cruces entre el arte, la utopía y el cambio social. Su libro Utopías Artísticas de revuelta. Claremont Road, Reclaim the Streets, la Ciudad de Sol (Madrid, Cátedra, 2014) ha sido recientemente publicado en inglés como Artistic Utopias of Revolt (Nueva York y Londres, Palgrave, 2018). En este volumen, se analizan las dimensiones estéticas y utópicas de algunos movimientos sociales posteriores a la caída del Muro de Berlín. También se ha interesado por las cuestiones ligadas al arte no-profesional en su introducción al libro de Hans Prinzhorn Expresiones de la locura (Cátedra, 2012) y ha sido traductora de Erwin Panofsky con La arquitectura gótica y escolástica (Madrid, Siruela, 2007). Sus textos han sido publicados en diversos libros colectivos, así como en revistas y journals como Third Text, Arquitectura Viva, Quintana, Lars y Boletín de Arte o en los periódicos El Mundo y The Nation Journal.
