Ciclo de conferencias en torno a la situación de las fronteras hoy y de cómo un virus que parecía abolirlas ha acabado consolidándolas.
No podemos explicar la frontera –y la relación entre soberanía y globalización– sin tener en consideración que distamos de estar a salvo de las pandemias y de las crisis donde esa instancia parece tan fundamental. Estamos ante un gran desafío.
Las fronteras no sólo son líneas jurídicas sino también líneas inscritas físicamente sobre el terreno. Y no dividen únicamente relaciones materiales, sino también relaciones humanas, intelectuales y morales.
Ellas delimitan el perímetro del ejercicio de una soberanía estatal y con sus modificaciones constantes siguen delimitando el marco de los respectivos Estados-Nación -viejos y nuevos-, al tiempo que se refuerzan y se sitúan como epicentro de múltiples conflictos territoriales, trazando la distinción entre lo de dentro y lo de fuera.
La frontera internacional es el límite entre dos soberanías estatales, dos órdenes jurídicos, dos sistemas políticos y monetarios, dos historias nacionales. Es una discontinuidad y un signo simbólico.
La realidad de las fronteras está puesta en cuestión a la vez por el discurso de los 'sin fronteras' -el movimiento irrefrenable de la globalización económica y financiera que ha contribuido a un menor control de fronteras- y por la instalación de redes de comunicaciones que tejen la malla de un ciberespacio común.
Esta ilusión, el ciberespacio, es la representación mental de un territorio que viene a superponerse a los Estados. Es una red que reposa sobre una estructura física que los Estados, en su rivalidad, tratan de controlar hasta el punto de que la era digital ve reproducirse e incluso reforzar las fronteras estatales. Como el ciberespacio debilita la soberanía estatal, algunos Estados -China en primer lugar- tratan de ser cibersoberanos.
En el contexto de un mundo crecientemente globalizado, con un aumento significativo de los movimientos migratorios y teniendo como telón de fondo la denominada crisis de los Estados nacionales, la idea de abrir completamente las fronteras y permitir la libre circulación de personas entre países ha tomado mucha fuerza durante los últimos años. Esto ha generado intensas disputas entre quienes defienden la apertura y aquellos que tienen una visión más o menos restrictiva.
Ahora bien, la actual pandemia de coronavirus que, entre otras cosas, ha provocado cierres de fronteras y una sorprendente revitalización de las instancias nacionales por sobre las globales, viene a tensionar nuevamente estos debates y obliga a revisar algunas de sus premisas y argumentos, especialmente los de quienes defienden la radical apertura y la libre circulación.
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