Lista de reproducción abierta que explora los años dorados de la animación de países como Rusia, Estonia o la República Checa y que tiene como referencia el pase realizado en 2018 en nuestros festival Libros Amigos.
Una oportunidad única para que toda la familia disfrute de una serie de piezas que surgieron a partir de la década de 1960 y que siguen sorprendiendo por la magia atemporal que desprenden sus imágenes.
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Lapiceros [Värvipliiatsid], de Avo Paistik. Estonia, 1973. 9’
Tres amigos (el color rojo, el color amarillo y el color azul) pasan un bonito día de playa, cuando de pronto aparece el caótico color negro para intentar aguarles la fiesta. Lapiceros es una narración simple pero llena de sorpresas, acompañada de la maravillosa música de Arvo Pärt, músico precursor del minimalismo.
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Štaflík y Špagetka. Maestros del baile [Štaflík a Špagetka. Mistri dances], de Václav Bedřich. República Checa, 1988. 8’
Los inseparables amigos Štaflík y Špagetka aprenden a bailar de la mano de distintos animales. Como siempre, su vecino el cuervo aparecerá en escena para ponérselo difícil.
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La última cacería [Poslednyaya okhota], de Valentin Karavaev. Rusia, 1982. 10’
Un día más, un perro de caza acompaña a su dueño por el campo, pero esta vez un misterioso pájaro hará que todo sea distinto. La última cacería es una fábula alegórica sobre la necesidad de respeto hacia todos los seres vivos.
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La manopla [Varezhka], de Román Kachánov. Rusia, 1967. 10’
En La manopla, la imaginación y los deseos de una niña que quiere un perro toman forma cuando su manopla se transforma en su mejor amiga y mascota. Otro ejemplo de maestría en el uso del stop-motion en Europa del Este.
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Cheburashka [Cheburashka], de Román Kachánov. Rusia, 1971. 19’
Las andanzas de Cheburashka y el cocodrilo Ghena nos hablan del valor de la amistad y el cariño. Ambos intentarán unirse a los Pioneros, pero la cosa no será sencilla.
El escritor Eduard Uspenski quiso encarnar en este extraño animalillo orejudo al Mickey Mouse soviético. Tan solo tres años después, las aventuras de Cheburashka serían llevadas a la pantalla por Román Kachánov, conviritiéndolo en un una de las figuras más célebres de la cultura rusa.