'Qué hace la gente todo el día', de Simon Dybbroe Møller
Simon Dybbroe Møller realiza una versión contemporánea del libro infantil What Do People Do All Day (Richard Scarry, 1968) en el que unos adorables animales antropomorfizados desempeñaban actividades humanas en la industriosa ciudad de Busytown, siendo sustituidos aquí por personas de verdad, seres humanos neuróticos que se mueven en el esquizofrénico terreno del siglo XXI.
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What Do People Do All Day (Qué hace la gente todo el día), de Simon Dybbroe Møller. 2020. VOSE
Serie de tres episodios en la que Simon Dybbroe Møllery yuxtapone la ética idealista que aportaba Scarry en su libro infantil, basada en el principio de que todos somos trabajadores, por la realidad del tecnocapitalismo, definida por el de todo es trabajo.
Al hacer compartir el mismo espacio a trabajadores por proyectos, mensajeros, granjeros e inversores en capital de riesgo, What Do People Do All Day invita a que el espectador se fije en su propio trabajo, y a los que le permiten vivir como vive, aunque estén invisibilizados o simplemente se pasen por alto. ("¿Piensas en cómo ha llegado a tus manos la manzana que te estás comiendo? ¿Tienes alguna idea de a qué se dedican los consultores en responsabilidad social corporativa?"). No todo es trabajo, sin embargo también compramos, cocinamos y limpiamos, o pagamos a otros para que lo hagan; nos enamoramos y tenemos relaciones sexuales, pero todas estas prácticas están sujetas a una mediación y alienación crecientes y son cada vez más alienantes. La compra nos la hace otra persona a través de una aplicación o somos nosotros esa otra persona. Nuestro dedo hace correr por la pantalla a posibles parejas que sólo son imágenes y nombres de pila. Los datos, y la gestión de la complejidad, se han ido filtrando incluso en nuestras necesidades más primarias de sustento y de contacto físico.
Poniendo citas del libro de Scarry y de la película La clase obrera va al paraíso, dirigida en 1971 por Elio Petri, en boca de actores no profesionales que van cambiando de ropa y experimentando encontronazos sexuales, Dybbroe Møller investiga las características del trabajo en el pasado y el presente, a la vez que tantea las vías por las que el tecnocapitalismo lo ha convertido todo, cada hora, en trabajo.
Un encargo de la Kunsthal Charlottenborg, en colaboración con Tranen y CPH:DOX.
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Everyone is a worker (Todo el mundo es un trabajador). 2020. 6’33”. VOSE
La tan americana, y tan vilipendiada, expresión "what do you do?" ("¿tú a qué te dedicas?") lo dice todo: parece que más allá del trabajo no haya vida, ni ser. Con el capitalismo es imposible desligar trabajo e identidad. Todos, lo queramos o no, nos disfrazamos para transmitir a qué nos dedicamos todo el día, incluidos los punks, o los adolescentes desilusionados. Todo el mundo es un trabajador, aunque el concepto de trabajo es tan complejo como cambiante, y varía en función del tipo de trabajo, o de no tenerlo.
Una de las maneras de saber en qué trabaja alguien es su forma de vestir. ¿Tienes que llevar un uniforme o eres libre de vestirte como quieras, poniéndote un disfraz propio (sudadera, vaqueros y zapatillas deportivas de andar por casa, en plan startup, por ejemplo) que en el fondo quizá transmite tanto como un mono con el logo de la empresa? ¿Trabajas siempre por Zoom y solo te pones presentable de cintura para arriba? ¿En qué queda tu identidad cuando te quitas la ropa? En el primer episodio de What Do People Do All Day, Simon Dybbroe Møller analiza qué nos convierte en lo que somos, generando choques que nos hacen pensar en el complejo abanico de intercambios económicos, sociales y prácticos cuya interacción estructura nuestra vida cotidiana.
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Building a new road (Tendiendo una nueva carretera). 2020. 6’02”. VOSE
Con la excepción de las personas directamente implicadas, es muy probable que la mayoría de la gente no se plantee cómo ni por quién está hecha la carretera que la lleva de casa al trabajo.
La abstracción de la infraestructura de la que dependemos oculta toda una historia laboral, una cadena de mano de obra tan compleja que costaría imaginarse incluso la mitad de los trabajos que nos permiten ir y volver en coche al nuestro. Un político asigna una partida, un ingeniero de caminos elabora un proyecto y los obreros de la construcción ponen asfalto hecho por otros, y traído en un camión fabricado por otras manos. ¿Se conocen entre ellos? Como se nos ha inculcado un individualismo que niega la naturaleza colectiva de todo nuestro esfuerzo, vemos a los otros como algo abstracto. Nos imaginamos a tantísimas personas chocando entre ellas por el ansia de ir más deprisa que nadie por la carretera, en una lucha contra la propia colectividad que la hizo posible. Qué tragedia…
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Water (Agua). 2020. 5’33”. VOSE
Habrá quien casi nunca piense en el agua aunque estructure nuestra vida: ducharse, hervir pasta, hidratarse, lavar la ropa, hacer que crezcan las cosechas que necesitamos para alimentarnos… Sin embargo, más allá de la necesidad evidente de agua a nivel biológico, su gestión ha tenido un papel protagonista en el desarrollo de la civilización, desde la invención del riego en Mesopotamia. Para quienes viven en condiciones de sequía o sin agua potable a su disposición, su presencia es absoluta, justamente a causa de su ausencia. El control del agua que nos rodea, sea cual sea la forma en la que se concreta —ir a un pozo, tender tuberías, levantar un dique, crear productos químicos que eliminen las bacterias—, está basado en una compleja red de mano de obra que, al igual que el H2O que nos rodea en la atmósfera, es invisible… hasta que nos pilla la lluvia.
Simon Dybbroe Møller (Dinamarca, 1976) es un artista residente en Berlín y Copenhague que se dedica al cine, vídeo y las instalaciones. Estudió en la Kunstakademie de Düsseldorf y se graduó en la Städelschule de Frankfurt. Entre sus últimas exposiciones en solitario cabe citar Swallow Swallow Spit, en la galería Laura Bartlett de Londres, Stewism, en Lulu, de Ciudad de México, y Hello, en la Fondazione Giuliani de Roma. Ha participado en muestras colectivas como Superficial Hygiene, en De Hallen de Haarlem, 0 Performance, en la 5ª Bienal de Arte Contemporáneo de Moscú, y Danser sa vie, en el Centre Pompidou de París.