"Geografía física y humana", de Anna Bella Geiger
La Casa Encendida presenta la exposición Geografía física y humana de la artista Anna Bella Geiger, figura clave para entender el arte conceptual brasileño.
La muestra, comisariada por Estrella de Diego y realizada en colaboración con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (MUNTREF) de Buenos Aires, presenta un recorrido completo por la obra de la artista brasileña Anna Bella Geiger (Río de Janeiro, Brasil, 1933), imprescindible en la historia del arte conceptual brasileño
La exposición recoge alrededor de cien obras entre vídeos, fotografías, libros de artista y fotocollage centradas en dos elementos temáticos fundamentales en su obra: la geografía física y la geografía humana. A través de estas dos líneas y, sobre todo, a través de los mapas, elemento fundamental en su trabajo, la artista reflexiona sobre las políticas coloniales, los estereotipos culturales, las exclusiones, los discursos impuestos por la hegemonía y, especialmente, los modos de cuestionarlos desde unas obras que en su acabado resultan frágiles y delicadas, lo que convierte a sus objetos políticos en objetos poéticos.
La trayectoria de Geiger es fructífera desde los orígenes, abandonando muy pronto sus comienzos abstractos de los años cincuenta para entrar de lleno en el su etapa conceptual, sobre todo tras su viaje a Nueva York en la década de 1970.
Tras finalizar sus estudios de Literatura inglesa en la Univesidad de Brasil, en 1956 se casa con el geógrafo Pedro Geiger. Incluso aquellos años iniciales dedicados a la pintura abstracta, en los que ya participa en la Primera Exposición de Arte Abstracto de Petrópolis, estaba influenciada por la enseñanza de Fayga Ostrower, la maestra polaca de origen judío con quien Geiger aprendió el grabado. Esta técnica la llevó también a aprender la libertad de crear sin la presión de la obra única. El concepto mismo de la repetición y las series asociado al grabado constituyen, poco a poco, unas fascinantes estrategias contra del discurso de autoridad, a menudo camufladas, a las cuales acude Geiger con frecuencia.
Desde muy temprano empieza a trabajar con collages y dibujos, fotomontajes, vídeo, fotografías, libros de artista e instalaciones. En 1954 viaja a Nueva York, donde asiste a cursos y conoce a Henry Kahnweiler, famoso marchante de los artistas surrealistas, que se interesa por su trabajo y adquiere alguna de sus obras. Regresa a Estados Unidos en los años setenta, momento en el cual entra en contacto con personalidades como Vito Acconci y Joseph Beuys.
La artista recurre a nuevas fórmulas narrativas, sobre todo aquellas que buscan revertir las maneras de contar el mundo desde una posición masculina. Adopta, pues, una identidad y narración quebradas, repletas de repeticiones y falsas repeticiones de esas que tanto gustaron a Duchamp, uno de sus artistas preferidos.
En la muestra se pone en evidencia la sutileza de la obra de esta artista, su compromiso político, su peculiar subversión de las cronologías. En suma, presenta una geografía física y humana donde el mundo debe volver a escribirse, a narrarse, desde una mirada diferente.
Hoy, tras el esfuerzo de galeristas e instituciones, la obra de Anna Bella Geiger está presente en los mejores museos y colecciones internacionales, tales como el MoMA de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París, la Getty Collection de Los Ángeles, Victoria & Albert Museum y la Tate Gallery de Londres y, en España, en el Museo Reina Sofía de Madrid, el MACBA de Barcelona y el CGAC de Santiago de Compostela.
Según la comisaria Estrella de Diego, “dibujar un mapa es trazar los esquemas del poder". Anna Bella Geiger dibuja mapas, territorio históricamente asignado a los hombres, en tanto concepción espacial para revisar el concepto político de dicho espacio. Con este planteamiento aspira a que las mujeres recuperen ese territorio que les ha sido negado y se pregunta cuántos mapas hay que subvertir para dar la vuelta a la narración y empezar a contar de nuevo. Para Anna Bella Geiger, “los mapas son la representación del mundo, con todas las implicaciones de control y dominio que el propio término representación conlleva”. El mapa se convierte, como en el caso del uruguayo Torres García, en un territorio de subversión.
Es interesante señalar el origen judío-polaco de la familia de Anna Bella Geiger. Es, por tanto, una familia con otras costumbres, otra cultura, otros relatos que recordar. Por eso, quizá, Geiger ve el mundo a la vez desde dentro y desde fuera, como nativa y como extranjera, tal y como muestra la mítica obra Brasil nativo/Brasil extranjero: unas postales –recurso a menudo usado por Geiger junto con la fotografía– que representan lo típico de Brasil y que son remedadas por ella y sus amigos extranjeros y convertidas en unas fotos que reproducen las mismas cuatro poses, confrontando lo de dentro y lo de fuera. Un trabajo que, como sucede en toda su obra, muestra una delicadez, inteligencia, radicalidad camuflada e introspección fascinante.
Estrella de Diego (Madrid, 1958) comisarió, entre otras colaboraciones, la exposición Warhol sobre Warhol en La Casa Encendida, y ahora vuelve a colaborar con la institución en una muestra que refleja su interés histórico por recuperar el lugar de las mujeres en la historia del arte. Es escritora, profesora universitaria de arte e investigadora española, profesora de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid y ha ocupado la cátedra King Juan Carlos I of Spain of Spanish Culture and Civilization en la Universidad de Nueva York (1998-1999). Su investigación se centra en la teoría del género, los estudios poscoloniales y los orígenes de la modernidad. Es autora, entre otras, de las siguientes obras La mujer y la pintura en la España del siglo XIX, El andrógino sexuado. Eternos ideales, nuevas estrategias de género, Tristísimo Warhol y el libro de ficción El filósofo y otros relatos sin personajes. En abril de 2011, el Consejo de Ministros de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y, en noviembre de 2016, fue nombrada miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
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