Ubicación: | Sala E |
¿Cómo podemos navegar juntas por los estados de vértigo? ¿Cómo pensar una noción amplia de gravedad frente al momento de crisis que vivimos? ¿En qué medida la pérdida de orientación nos instrumentaliza para concebir otros formatos de lenguaje y acción?
Comisariada por Julia Coelho (1990, Salvador de Bahía, Brasil) y Renan Araujo (1987, Santa Rita do Passa Quatro, São Paulo, Brasil), esta exposición se organiza en torno a las nociones de vértigo, torsión y decadencia evocadas por las cualidades escultóricas, maquinales y semánticas de la montaña rusa Boomerang. Se trata de un modelo de montaña rusa de vaivén compuesto por dos inversiones y un looping cuyos trenes realizan la mitad del circuito de frente y la otra mitad marcha atrás. Tales cualidades reaparecen en el espacio expositivo despegadas de su referente a través de las obras de cinco dúos de artistas que reflexionan sobre las relaciones entre estructura y movilidad y tienen el cuerpo como punto de contacto: Roser Corella y David Bestué, Noela Covelo Velasco y Víctor Ruiz Colomer, Luiza Crosman y Maíra Dietrich, Mònica Planes y Àlex Palacin y Davi Pontes y Wallace Ferreira.
Una montaña rusa puede contar muchas historias: la historia de la velocidad, de la tecnología, de los tránsitos gastrointestinales, la historia del miedo y de la adrenalina. La historia de la minería y de los cálculos de la física clásica. La historia de la urbanización de una montaña, de su política de viviendas y de la cultura del ocio de la clase obrera. La historia de las estructuras e infraestructuras culturales de una ciudad.
Actualmente hay alrededor de cincuenta Boomerangs en actividad en todo el mundo, entre las que no se encuentra la atracción que en 1990 llegó a Barcelona como promesa de renovación del Parque de Atracciones de Montjuïc, en un periodo de cambios urbanísticos en la ciudad de los Juegos Olímpicos del 92.
Después de ocho años de girar en la montaña de Montjuïc, Boomerang se vendió al parque Six Flags de New Orleans. Se desmontó en Europa y se reconstruyó en América, donde tomó el nombre de Zydeco Scream, en referencia al género musical creole que tiene el instrumento acordeón como protagonista.
En 2005, su actividad se vio nuevamente interrumpida por un momento de crisis debido al huracán Katrina. Los gritos que hasta entonces resonaban en sus rieles fueron reemplazados por el silencio y, las largas colas, por la vegetación que crecía entre sus estructuras. Parte de su cuerpo se sumergía en el agua y la otra parte se estiraba hacia el cielo. Su cuerpo-máquina, robusto y curvilíneo, había sido derrotado fácilmente por la danza circular del huracán.
El colapso, que en un parque de atracciones es solo una imagen simbólica asociada a la idea de una diversión emocionante, reclamó su lugar en el ámbito de la realidad.
Visitas guiadas y atención en sala:
Sábados de 12 a 14 h y de 17:30 a 20:30 h.
Domingos de 12 a 14 h.