Aunque la presencia de las mujeres en la historia del cine africano no ha sido muy numerosa, sus películas han marcado un signo de identidad, de resistencia, de reivindicación de sus derechos a partir de una urgencia por expresar su propio pensamiento en cinematografías y sociedades dominadas por la mirada y el poder de los hombres. Como veremos reflejado en las películas que conforman este ciclo, no se trata sólo de utilizar el cine para afrontar cuestiones sociales de dramática actualidad, sino también de crear un lenguaje personal y original a través del cual arrojar luz sobre los argumentos, liberándolos de este modo de estereotipos.
Même pas mal, de la tunecina Nadia El Fani, es una llamada a la tolerancia, la libertad de expresión y la lucha contra los extremismos. Yema, de la argelina Djamila Sahraoui, cuenta la historia de una madre que se debate entre el amor por sus dos hijos: uno militar y otro islamista. Dos extremos en los que se ha movido y se mueve el drama de Argelia.
La tunecina Raja Amari en su película Dowaha, cuenta una historia de madres e hijas sometidas para poner de relieve la necesidad de la emancipación y la rebeldía.
La marroquí Leïla Kilani expone en su film Sur la planche, la fuerza social que arrastra a la delincuencia a dos chicas jóvenes que luchan por sobrevivir en la ciudad de Casablanca.
La nuit de la verité, de la burkinabesa Fanta Régina Nacro, trata de las consecuencias de una guerra entre grupos étnicos y la necesidad urgente de poner fin al odio visceral que mina la posibilidad de una convivencia pacífica entre los habitantes de un mismo país.
Imani, realizada por Caroline Kamya, de Uganda, retrata las duras condiciones de vida de tres personajes: un niño soldado, una trabajadora doméstica y un cantante de hip hop, para examinar la sociedad ugandesa contemporánea: los efectos de la guerra, la violencia doméstica, la corrupción, la traición, el sacrificio y la esperanza. Por aqui tudo bem, dirigida por la angoleña Pocas Pascoal, aborda uno de los principales problemas que la guerra civil impuso en el país: el del exilio. Millares de angoleños que arribaron a Lisboa en condiciones de extrema precariedad, dejando atrás familias fracturadas, teniendo que construir una nueva vida en un lugar desconocido y extraño.
Comisariado por: Guadalupe Arensburg.
Coordina: Mujeres por África