Encuentro con Carlos Arroyo Cobos

La aventura comienza en el primer párrafo, cuando una niebla entre las letras de una novela se desvanece ante Octavio y se encuentra dentro del escenario descrito en Nocturno Hindú de Tabucchi que está leyendo. No baja de intensidad en ningún momento. Las descripciones se van haciendo sobre la marcha y vas conociendo a los personajes según se va desarrollando la trama. El funcionamiento de los textos como puertas para entrar y salir de diferentes mundos se van descubriendo a la vez que el protagonista, con lo que el lector es partícipe de las peripecias de Octavio. Se introduce en las historias y, como si del día de la marmota se tratara, regresa a su mundo en el mismo punto leyendo el recibo de la cafetería en la que ha estado ese día. Reinicia una y otra vez su vida tratando de descubrir el amor y enderezar su destino. Busca ser un héroe como los grandes protagonistas de la literatura y lograr a la chica en su realidad. Así Octavio protagonizará aventuras que hasta ese momento solo podía leer.

Desconoce las consecuencias de lo que le puede sucederle dentro de una novela. Porque ¿qué ocurriría si se quedara atrapado para siempre dentro de un libro?, ¿y si muriera allí?

El reflejo infinito es una novela de casi 26.000 palabras en la que se demuestra el amor del autor por los buenos libros y las historias inolvidables. Tiene un ritmo trepidante que comienza en el primer párrafo y varios giros argumentales. El último de ellos, en el epílogo.

Carlos Arroyo Cobos (Madrid, 1974) escribe cuentos desde los dieciséis años por el mero placer de regalarlos y ha escrito así una amplia colección de relatos. Es un autor que ante cada encrucijada, carga sobre los hombros como consejeros a un Don Quijote que le invita a la aventura y a un Sancho Panza que le sujeta. Ha publicado tres novelas hasta el momento, El adolescente que lloraba con las películas de kárate (2014), Todo está bajo control (2015) y El reflejo infinito (2018), así como multitud de relatos en diferentes colecciones.